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Opinión| CARTAGENA AL DESNUDO

Por EDWIN DORIA

Estamos en temporada turística de fin y comienzo de año, millones de personas en el mundo se desplazan para llegar a lugares diversos de destino turístico para disfrutar de merecidas vacaciones o paseos familiares, después de más de trescientos cincuenta días al año de actividad escolar, laboral, comercial, empresarial y hasta delincuencial para conseguir una experiencia única y satisfactoria durante su estancia turística, promovida por los señores de la ganancia, en un mundo dominado por las grandes corporaciones o multinacionales lucrativas del consumo humano que oferta la industria del turismo, al desplazar a los nativos, para generarle a sus clientes, sensación de confort y estatus.

Cartagena de Indias declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es uno de esas potencias turísticas, más visitadas en Colombia y Latinoamérica por turistas nacionales y extranjeros para disfrutar de sus atractivos paisajes naturales costeros, su historia colonial y de esclavitud, estilos arquitectónicos y otras cositas más.

Es importante señalar, Cartagena, antes de la invasión española, estaba habitada por hombres y mujeres originarios caribes que defendieron su territorio frente al invasor. Los aborígenes caribes habían levantado un poblado llamado Calamarí, que en lengua indígena significa “Tierra de Cangrejo”. En el año 1533, según cronistas, en un breve momento de transición, los invasores españoles, al ocupar el territorio de manera violenta con armas de fuego, para despojarla de sus bienes, la llamaron, de manera arbitraria, “San Sebastián de Kalamary”, una fusión entre el nombre aborigen y español. Posteriormente, fue bautizada con el nombre de Cartagena de Indias, para diferenciarla de la Cartagena española, que guarda mucha similitud por ser tan cerrada, como la bahía de Cartagena, España

Por estos días de temporada vacacional y turística he regresado a la ciudad de Cartagena. Cuando regreso a un lugar, sucede lo mismo que, cuando relees un libro, descubres nuevas cosas. Así sucedió, recientemente, al visitar la heroica, el corralito de piedra, la ciudad amurallada que se defendió del Corsario inglés, Francis Drake, quien llegó a las costas de Cartagena con una flota de 23 navíos de guerra y más de 3.000 hombres, para apoderarse de la ciudad. Pero finalmente fueron vencidos por los primeros usurpadores de América.

El Centro Histórico, como hoy se le conoce, a ese sector turístico de la ciudad, con casas de madera con balcones transformadas en hostales, hoteles, moteles, posadas y casas de huéspedes, casinos, boutiques, es lugar de paseos románticos en coches por callecitas y callejones repletos de gente y llenos de historias, es definitivamente, uno de los epicentros turísticos más visitados de la ciudad amurallada. museos, Iglesias, bóvedas, castillos y palacios de la inquisición construidos con sangre esclava africana y aborigen derramada sobre la arena y en cada pedazo de roca y madera colocado al servicio español, es parte de la historia blanca narrada por guías al servicio de las elites despojadoras.

Igualmente, el corralito de piedra, es uno de los lugares donde pulula la privatización del espacio público, plazas, parques y calles convertidos en restaurantes, bares y discotecas, literalmente, vetado para el disfrute del pueblo cartagenero, que cada vez, queda relegado a los guetos, sin derecho al turismo popular.

El narcoturismo y el turismo sexual es parte importante del paquete turístico que pueden adquirir los y las visitantes, tanto en el sector amurallado, como en la estrecha península de Bocagrande, la zona modernísima más desarrollada a nivel inmobiliario y comercial en la ciudad de Cartagena.

En Bocagrande encontrarás impactantes rascacielos vestidos de blanco y gafas azules, tiendas lujosas, playas, brisa, mar e increíbles mansiones reservadas a los personajes más corruptos del país, los narco-políticos súper distinguidos, empresarios improductivos, cartageneros pudientes, capos y patrones del mal, en otras palabras, la gente de bien de todo el país, que viven como si estuvieran en Miami Beach.

Aunque, Aún, no he navegado en las aguas profundas de Bocagrande, Castillo Grande, el Laguito o Marbella, para descubrir el origen de la vida como lo hizo en su momento Opalin o el origen de las especies de Darwin, si he comprobado que sus aguas marinas proyectan un color distinto al contemplado en la niñez,. más turbia, modificadas sus condiciones físicas, químicas y biológicas, por aguas residuales arrojadas por las cloacas de la industria hotelera, lo que podría convertirse en el futuro, sino se corrige a tiempo, en potenciales vehículos de muchas enfermedades y trastorno del medioambiente.

Finalmente, hallé el barrio histórico de Getsemaní, ligado a los movimientos alternativos, de protesta y revolución. Recordemos su ubicación a las afueras de la ciudad amurallada, en tiempos coloniales, fue donde se establecieron muchos de los esclavos transportados a la fuerza desde el oeste de África a Colombia para esclavizarlos hasta el puerto de Cartagena.
Dicen los historiadores que la llegada de africanos esclavizados a Colombia se da a finales del siglo XVI, debido a la rápida disminución de las poblaciones indígenas (a quienes encargaban gran cantidad de trabajos causada por las diferentes batallas, epidemias y enfermedades, y el trabajo forzado

Getsemaní proviene del idioma arameo y significa “prensa de aceite”. ‘Getsemaní’ aparece en los evangelios como Γεθσημανι (Gethsêmani). Hace 25 ó 30 años nadie daba un peso por Getsemaní. Desde su fundación, fue el sector más pobre de Cartagena. Esa condición la conservó hasta hace quince años, cuando el turismo internacional puso sus ojos en el barrio. Extranjeros fueron comprando una a una muchas de las viejas casonas para convertirlas en hostales, hoteles, boutique, restaurantes y bares que rápidamente atiborraron el barrio. Toda esta situación lo ha encarecido. Están presionando a las familias a salir. Las están presionando con los altos impuestos y encarecimiento a los servicios públicos.

Getsemaní, dónde empezó la Independencia de la primera provincia libre de la Nueva Granada, el 11 de noviembre de 1811, la comunidad está siendo diezmada y en la actualidad solo quedan unas cuantas familias raizales. La gentrificación del barrio se siente bastante y es probable que esta zona, que aún sigue siendo popular, ya no lo sea dentro de unos años Esperemos que no.

Más adelante hablaremos de la otra Cartagena, la que no aparece en portadas de revistas de vanidades, sino en los pasquines de crónica roja.